En el 8 de diciembre, celebramos la Fiesta de la Inmaculada Concepción. Este día es una ocasión para alabar a Dios por el DON DE MARÍA, Madre de Dios y nuestra madre.
La celebración de la Inmaculada Concepción de la Virgen María – situada en los primeros días del nuevo año litúrgico y en el tiempo de Adviento – nos recuerda el destino único de esta mujer elegida por Dios.
Para los cristianos, María es inseparable del niño que dio a luz, Jesús, en quien el Dios vivo se ha manifestado plenamente. Desde el Concilio de Éfeso (431), María es llamada «Madre de Dios«. Según la tradición católica, desde el dogma promulgado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, ella fue declarada preservada del pecado original desde su nacimiento.
¿Por qué un dogma?
Un dogma es una verdad de fe proclamada solemnemente por el Papa que debe ser recibida por la Iglesia. Así, en el 8 de diciembre de 1854 en la Bula Ineffabilis Deus, el Papa Pío XI declaró:
«Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina
que sostiene que la Santísima Virgen María desde
el primer instante de su concepción, por una gracia
y a favor singular de Dios todopoderoso,
a la vista de los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano,
fue preservada inmune de toda mancha de pecado original,
es una doctrina revelada por Dios y por lo tanto debe ser creída
firme y constantemente por todos los fieles.«
Para acoger el Hijo de Dios, María no podía tener en su corazón un rastro de duda o de rechazo. Dios necesitaba que el don de su amor encontrase una fe perfectamente pura, un alma sin pecado. Sólo la gracia (el don gratuito de Dios) podía prepararla y María es la llena de gracia. Feliz Fiesta de la Inmaculada!
